martes, 28 de octubre de 2008

¡Cañonazos de 450 mil dólares!

Nada más tranquilizante y alivianador que los machotes de Fuego en la sangre, Lucerito y Adal Ramones aparezcan invitándonos a enfrentar la crisis económica con la habitual enjundia que nos ha caracterizado a los mexicanos, que a lo largo de nuestra historia, siempre llena de avatares, tragedias y desdichas, hemos salido adelante porque nuestro espíritu es más grande que nuestros problemas. Así que cuando algún agorero del desastre venga a decirnos que ya nos cargó patas de cabra, hay que responderle, como si se fuera uno de los hermanos Reyes, que estamos vacunados contra el Apocalipsis y que la debacle financiera nos va a pelar los dientes nomás porque somos mexicanos y nos protege la virgencita de Guadalupe.

Contagiado por ese espíritu de libro chafa de superación personal, escuché las palabras del procurador general de la República cuando reveló en conferencia de prensa que los Chapitos supuestamente en fuga tenían infiltrada a la Subprocuraduría en Delincuencia Organizada, con el fin de sacarle información clasificada. Fue una grata experiencia saber que la institución encargada de combatir a los malos de Malolandia olía a leña de otro hogar, justo cuando desde Los Pinos se exponía con firmeza la manera en que el Estado mexicano en su conjunto libraba una lucha cuerpo a puerco contra el hampa.

Pero lo más impactante no fue eso —después de todo es conocida la habilidad de los mexicanos para corromperse, una de las más profundas tradiciones de nuestra idiosincrasia que nos coloca en el top ten de la corrupción a escala mundial— sino cuando Marisela Morales, titular de la SIEDO, anunció que los funcionarios abducidos por el narco recibían mensualmente entre 150 y 450 mil dólares nomás por la pura pasadita de corriente. Todo al ritmo de coopelas o cuellos.

Así las cosas, hasta siento nostalgia por aquellos cañonazos de 50 mil pesos que Álvaro Obregón era incapaz de resistir. Digo, en estos días por esa cantidad de devaluados pesos no te ceden ni el lugar en la cola de las tortillas.

Pero, ya en serio, ¿cómo le haces para impedir que un funcionario no caiga en la tentación del dinero fácil y mal habido? Desde mi punto de vista, sólo hay dos maneras: o pagándoles entre 200 y 300 mil euros semanales (si aún así se corrompen, Medina Mora podrá entonces llorar), u ofreciéndoles el puesto de coordinador de la Comisión Organizadora del Bicentenario de la Independencia, que siempre está vacante. Ahí debe haber muchas víboras con chichis.

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