
Raúl Padilla López
¿Cómo negar la contribución que hizo Raúl a la calidad académica de la Universidad de Guadalajara?. Me parece que no es esa la cuestión de fondo. Tampoco me parece que el punto central está en "pintar un raya" y ver quiénes son "padillistas" y quienes "briseñistas". De ser así, de la noche a la mañana la Universidad quedaría dividida igual que en el muro de Berlín con amigos, familias y colaboradores, separando artificialmente un grupo entrañablemente unido. En un momento la Universidad en su totalidad fue padillista; si no, ¿cómo hubieran prosperado los proyectos que nacieron, crecieron y han alcanzado plenitud bajo la égida de Raúl?.
Más bien me parece que el punto focal está en ver el gradiente completo. La Universidad de Guadalajara es mucho más que proyectos de "cultura". El Centro Universitario de la Costa tiene las peores aulas en donde yo me he parado a dar clases ante grupo. Los equipos de apoyo didáctico son insuficientes, viejos y obsoletos. Los administrativos están posesionados de los mejores espacios de trabajo y los investigadores estamos en lugares deprimentes, vigilados como delincuentes y hostigados para ver si cumplimos con un horario; hay programas de materias que no se han actualizado en 20 años.
Más aún, hoy por hoy, en la Universidad se toman decisiones que afectan la vida académica de cientos y miles de alumnos desde un escritorio por un sólo individuo, sin considerar la opinión de profesores ni mucho menos investigadores, apenas con la autoridad de quien tiene la llave de acceso al "sistema".
Y qué decir de la elección de los máximos representantes, los rectores de los Centros. Pues ésta se decide por simpatías y lealtad, para formar cuadros defensivos para hacer frente a grupos antagónicos. De ahí hacia abajo va la cascada de decisiones a imagen y semejanza de la cabeza de cada Centro.
Éste y otros estilos de gobierno y administración en la Universidad indudablemente repercuten en la calidad terminal. Nosotros somos la Universidad de Guadalajara. Como tal, tres son los productos finales que emergen de nuestro trabajo. Profesionistas, técnicos y humanistas en diversos campos; conocimientos genuinos en diversas área de las ciencias, artes y humanidades; acciones específicas de apoyo a procesos sociales, bellas artes y deporte.
Bueno, he aquí entonces que vale la pena hacer un alto en esta carrera de evolución universitaria para saber en dónde estamos, hacia donde vamos, cómo podemos ser mejores. No deben espantarnos los cambios pues todo proceso por definición, es perfectible. Pero las innovaciones se deben dar no por una propuesta al vapor firmada por trece rectores, sino a través de una amplia, diversa e incluyente participación de los universitarios.
Ahora no me siento representado por ningún rector, ni consejero y tampoco por representantes sindicales, pues nadie me ha preguntado aún qué pienso de la descentralización o de tal o cual asunto que se está ventilando. Igual piensan otros investigadores reconocidos. La estrategia de auto investirse de una representación que solamente está en un papel pero no en la realidad de cada Centro Universitario, es hoy por hoy, un desacierto de quienes impugnan al rector general. El pensamiento complejo de la Universidad de Guadalajara de ninguna manera lo pueden tipificar trece rectores que dicho sea de paso, da la impresión que más que ver por el futuro de la Institución, están preocupados por salvar su cabeza.
Rafael Guzmán Mejía
Investigador Nacional
Profesor - Investigador titular "C"
rguzmn@mac.com
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