lunes, 15 de septiembre de 2008

La gavilla de Padilla

Carlos Briseño Torres, rector impugnado, lo calificó como "el Día D". Lo visualizó correctamente. El viernes pasado fue su día definitorio. Fue su desembarco a Normandía. Aquella batalla fue larga y cruenta. Ésta, la de la UdeG, no ha sido cruenta hasta el momento, pero larga sí ha sido. Aunque ya se empiezan a perfilar las posibles salidas del conflicto, porque ya se echó toda la carne al asador por las dos partes.

Los opositores a Briseño tiraron al tapete su carta más pesada, que fue deponerlo. Lo destituyeron en una agitada sesión que había sido pospuesta y prorrogada muchas veces. Se reunieron y desenvainaron la espada contra su odiado Rector. Ahora tenemos dos para escoger. Esta dualidad no va a durar mucho, no puede prolongarse. La autoridad competente, como juez parejero, dirá cuál es el Rector que se va a quedar en el sitial disputado... y se acabó el corrido. O se tendría que acabar, dice el sentido común.

No sólo era previsible esta destitución, sino que hasta había sido anunciada. Desde que iniciaron sus dimes y diretes, los padillistas le mandaron decir a Briseño, a voz en cuello para que todo mundo se enterara, que no se mandaba solo, que el CGU estaba por encima de él y que podrían mandarlo a freír espárragos a la hora que les diera la gana. Por eso estuvo él dándole largas a la junta. Afilaron los machetes. Se preveía que saldrían chispas cuando se juntaran. Y salieron. Se le lanzaron a la yugular. Lo suplieron con Marco Antonio Cortés Guardado, sub-Rector del Centro de Ciencias Sociales.

La tentación de comparar la pugna presente con la que hace 19 años puso a los gavilleros de Padilla en el control universitario es muy poderosa. Se asemejan como dos gotas de agua. Pareciera como si se estuviera corriendo el mismo video de entonces, sólo que con los actores cambiados y, en algunos casos, invertidos. Ya habrá calma para establecer las analogías y sus diferencias de fondo. Por hoy, sólo he de referirme a una muy notoria que tiene que ver con la conducta de los amotinados, o sea "los golpistas", como atinadamente los calificó otra vez Briseño, su cabeza de negro.

En aquel pleito, Raúl Padilla encabezó un grupo y la FEG, o los fieles de Horacio García Pérez, el otro. El equipo de Horacio cuidó mucho todas las formas. Pero fue hecho papilla de todas maneras. Los horacianos buscaban ganar la partida de manera civilizada. Jugaron limpio y se quedaron ídem. Incluso lograron involucrar en su lucha a amplios sectores de la población. Esto fue posible porque aún había vínculos de base social entre la FEG y las colonias populares, y porque entre los gremios de la universidad estaba actuante aún el viejo corporativismo. Pero ni con el apoyo social ni con el cuidado de las formas, pudieron contrarrestar la decisión vertical de los del poder de imponer al grupo de Padilla en la Rectoría y convertir a la universidad en lo que ahora es: un ente neoliberal, atomizado y en los umbrales del mercantilismo procaz.

Los padillos de entonces violentaron todas las formas, pisotearon a placer lo estatuido, se impusieron a capricho. Hasta les inventaron cargos artificiales a los de la FEG, cuando el famoso concierto de Bon Jovi en el Tecnológico, y "entambaron" a ocho muchachos. Estos fueron presos de conciencia -presos políticos, pues- un cargo de los muchos por los que tiene que responder esta gavilla ahora en capilla. Si metieron al bote a unos opositores inventándoles cargos, fue porque tenían a los del poder de su parte. Esto está claro. Y lo han tenido todos estos 19 años transcurridos. Raúl, el cabecilla de la banda, habla ahora de sus grandes logros: la FIL, la muestra de cine, sus teatros, Diana y Telmex... Puros éxitos, puras estrellitas en la frente. Pero en la agitada sesión del viernes, antes de que les abortara la sesión del consejo general, Briseño les espetó a la cara tres puntos duros de los que los padillistas no quisieran que se dijera nada.

El primero, muy grave, se refiere a la herencia que iba a recibir el Hospital Civil de los dueños de la Pepsi. Se trata de una fortuna de 800 millones de dólares. Los volvieron humo. Leobardo Alcalá Padilla, primo hermano de Raúl, es actor central del desfalco. Está embijado hasta las greñas. La sangre les subió al rostro. El segundo tema fue el de los escandalosos cobros en las operaciones de trasplantes, también del Hospital Civil. Puede deducirse con buena lógica que si tienen manchadas las manos en el rubro de trasplantes, pudieran encontrarse irregularidades semejantes o hasta peores en otras áreas. Por eso, destapar la cloaca del Hospital Civil es una tarea que urge.

El tercer anuncio terminó de colmarles la ira. Que dará a conocer los resultados de unas auditorías externas, realizadas por un despacho gringo. Parece ser, según lo adelantó el Rector ahora impugnado, que esas cuentas son comprometedoras y que por tal razón las han mantenido a buen recaudo, lejos de las indiscretas miradas de analistas y críticos. De los trasplantes y de la herencia hemos escarbado mucho los interesados, yo entre ellos. Pero esto de las auditorías escondidas es veta nueva. Si Briseño abrió la boca, nos colgaremos de sus palabras hasta saber de qué maldades escondidas se trata. La sola amenaza de Briseño terminó por enardecer a los sedicentes consejeros. Por eso lo tumbaron del macho. Perdieron la compostura. Pero se metieron a un callejón sin salida.

De que no las traen todas consigo, lo saben bien. La gavilla de Padilla vive ahora incertidumbre, porque ya no tiene señales claras de impunidad desde el poder. Todo apunta a que quienes traen ahora esta protección son los briseñistas. Entonces, los actos de fuerza y las absurdas imposiciones, con que medró a placer en el pasado el padillaje, llegaron a su fin. Briseño anunció con claridad un cierre del conflicto en estos términos: "Concluye la era de Padilla", dijo. Nada más. No llega por fin la ansiada restauración de esta sufrida universidad. La semana entrante regresará él a su sitial como Rector General. Tras ello, vendrá la necesaria purga de padillistas indeseables. Así ha sido siempre. Así será ahora. Pero la restauración de fondo de la universidad, o la hacemos todos los universitarios o no será. Por lo pronto, no se ven indicios de una participación masiva que inaugure la instauración de este proceso. Al tiempo.

Juan M. Negrete

No hay comentarios: