jueves, 18 de septiembre de 2008

Jesús Malverde está encabronado


Contra todos los pronósticos, una buena cantidad de adictos está dispuesta a aceptar mi propuesta y dejar el vicio a manera de represalia por los horrorosos hechos michoacanos. Así, no volverán a contactar a sus proveedores de estupefacientes hasta que se haya dado con los culpables de tanta salvajada. Incluso, algunos de los lectores de esta columna que sabe que las drogas no destruyen, que lo que destruye es el narco, están dispuestos a financiar los tratamientos necesarios para que nuestros nuevos héroes se mantengan firmes en la lucha.

Así como están las cosas, con la histeria desatada, el patrioterismo guango de nuestros políticos (debido seguramente a una sesuda reflexión Jelipillo reconoce que después de los atentados en Morelia, la seguridad del país está en peligro) y la cantaleta fácil de que habrá un México antes y después del 15 de septiembre de 2008 (yo creo que sobre todo habrá un antes y después de cómo miramos a los altos funcionarios que, como Leonel Godoy, no funcionan: primero desoyó las advertencias de posibles atentados, luego sus reacciones no pudieron ser más tibias y, finalmente, se quiso cubrir de gloria prometiendo pensiones vitalicias a las víctimas sin haber encabezado desde endenantes una expedición punitiva para apañar a los culpables cártel por cártel, sicario por sicario), me pregunto: ¿qué los narcos no tienen cosas mejores que hacer que meterse al terrorismo así, de esa manera, tan desprovista de sentido ideológico, propósito corporativo y que en nada abona a la prosperidad de su negocio?

Digo, es como si Caro Quintero, en vez de ganarse el aprecio de la gente actuando como cacique benefactor en la zona de su influencia, hubiera bombardeado a la base social que le servía de apoyo y parapeto.

Por eso pienso que Jesús Malverde está encabronado y, si en efecto tiene los poderes que se le atribuyen, el santo de los narcos debe estar preparando unos descabezamientos ejemplares contra quienes desde los cárteles se decidieron a desprestigiar al gremio.

El crimen tiene que ser organizado, o no será.

La cosa se pudrió tan vertiginosamente que gracias al narcoterrorismo se ha puesto de moda hablar de cerrar filas, de no sacar raja política y de repudiar cualquier asunto que huela a desestabilización. Gracias a estos miserables, cualquier crítica, señalamiento o rebeldía contra el sistema será reprimida por los amantes de lo políticamente correcto.

En vez de hacer tambalear a Calderón, sólo lo reforzaron, bueyes.

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